El 13 de noviembre de cada año se realiza la Jornada Mundial de los pobres creada por el Papa Francisco. De esa manera quiere que toda la Iglesia viva verdaderamente el Evangelio sobre todo en tiempos tan premiantes como los actuales. El mensaje para este año es un mensaje profundamente evangélico, prófetico, valiente y decidido. Cumple con la función a la que Dios llama a la Iglesia en el mundo. Los pobres son los preferidos de Dios y la Sagrada Escritura esta llena desde el principio hasta el fin de textos que delinean lo que Dios dice y pide. Es por tanto propio de la naturaleza de la Iglesia cumplir con el mandato del Señor por ello el Papa empieza diciendo:
“Jesucristo se hizo pobre por ustedes” (cf. 2 Co 8,9). Con estas palabras el apóstol Pablo se dirige a los primeros cristianos de Corinto, para dar fundamento a su compromiso solidario con los hermanos necesitados. La Jornada Mundial de los Pobres se presenta también este año como una sana provocación para ayudarnos a reflexionar sobre nuestro estilo de vida y sobre tantas pobrezas del momento presente.
En los primeros párrafos el Papa delinea la situacion mundial, para afirmar que las guerras producen mas pobres de los que ya hay en el mundo, citando el salmo 137.
Posteriormente el Papa ofrece referencias bíclicas que describen cual era la actitud y el quehacer de los cristianos para atender a los hermanos que estaban en situacion de pobreza. El Papa recuerda la generosidad, la solidaridad y el sentido de justicia que identifica a los cristianos como parte de su praxis de fe. para afirmar tajante: Frente a los pobres no se hace retórica, sino que se ponen manos a la obra y se practica la fe involucrándose directamente, sin delegar en nadie.
El Papa denuncia que: Sucede también que algunos cristianos, por un excesivo apego al dinero, se empantanan en el mal uso de los bienes y del patrimonio. Son situaciones que manifiestan una fe débil y una esperanza endeble y miope.
El Papa exige un cambio en el modo de ver, de ser y de entender a los pobres
El pontifice acentúa que:
Por lo tanto, no se trata de tener un comportamiento asistencialista hacia los pobres, como suele suceder; es necesario, en cambio, hacer un esfuerzo para que a nadie le falte lo necesario. No es el activismo lo que salva, sino la atención sincera y generosa que permite acercarse a un pobre como a un hermano que tiende la mano para que yo me despierte del letargo en el que he caído. Por eso, «nadie debería decir que se mantiene lejos de los pobres porque sus opciones de vida implican prestar más atención a otros asuntos. Ésta es una excusa frecuente en ambientes académicos, empresariales o profesionales, e incluso eclesiales. […] Nadie puede sentirse exceptuado de la preocupación por los pobres y por la justicia social» (Exhort. ap. Evangelii gaudium, 201). Es urgente encontrar nuevos caminos que puedan ir más allá del marco de aquellas políticas sociales «concebidas como una política hacia los pobres pero nunca con los pobres, nunca de los pobres y mucho menos inserta en un proyecto que reunifique a los pueblos» (Carta enc. Fratelli tutti, 169). En cambio, es necesario tender a asumir la actitud del Apóstol que podía escribir a los corintios: «No se trata de que ustedes sufran necesidad para que otros vivan en la abundancia, sino de que haya igualdad» (2 Co 8,13).
El Papa habla de la pobreza que mata y la pobreza que libera.
La pobreza que mata:
La pobreza que mata es la miseria, hija de la injusticia, la explotación, la violencia y la injusta distribución de los recursos. Es una pobreza desesperada, sin futuro, porque la impone la cultura del descarte que no ofrece perspectivas ni salidas. Es la miseria que, mientras constriñe a la condición de extrema pobreza, también afecta la dimensión espiritual que, aunque a menudo sea descuidada, no por esto no existe o no cuenta. Cuando la única ley es la del cálculo de las ganancias al final del día, entonces ya no hay freno para pasar a la lógica de la explotación de las personas: los demás son sólo medios. No existen más salarios justos, horas de trabajo justas, y se crean nuevas formas de esclavitud, sufridas por personas que no tienen otra alternativa y deben aceptar esta venenosa injusticia con tal de obtener lo mínimo para su sustento.
La pobreza que libera:
La pobreza que libera, en cambio, es la que se nos presenta como una elección responsable para aligerar el lastre y centrarnos en lo esencial. De hecho, se puede encontrar fácilmente esa sensación de insatisfacción que muchos experimentan, porque sienten que les falta algo importante y van en su búsqueda como errantes sin una meta. Deseosos de encontrar lo que pueda satisfacerlos, tienen necesidad de orientarse hacia los pequeños, los débiles, los pobres para comprender finalmente aquello de lo que verdaderamente tenían necesidad. El encuentro con los pobres permite poner fin a tantas angustias y miedos inconsistentes, para llegar a lo que realmente importa en la vida y que nadie nos puede robar: el amor verdadero y gratuito. Los pobres, en realidad, antes que ser objeto de nuestra limosna, son sujetos que nos ayudan a liberarnos de las ataduras de la inquietud y la superficialidad.
El Papa concluye que:
Si queremos que la vida venza a la muerte y la dignidad sea rescatada de la injusticia, el camino es el suyo: es seguir la pobreza de Jesucristo, compartiendo la vida por amor, partiendo el pan de la propia existencia con los hermanos y hermanas, empezando por los más pequeños, los que carecen de lo necesario, para que se cree la igualdad, se libere a los pobres de la miseria y a los ricos de la vanidad, ambos sin esperanza
Finalmente el Papa recuerda al al hermano Charles de Foucauld, (Carlos de Foucould) como uno de los tantos cristianos que en la Iglesia asumieron el camino de Cristo viviendo como El entre sus hermanos. El Mensaje del Papa se hace público con la fecha 13 de enero de 2022, dia destinado para la Jornada Mundial de los pobres.